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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 13 de enero de 2016

¿Pekín sabe algo que no conocemos?: China compra petróleo a un ritmo récord

Publicado: 13 ene 2016 22:34 GMT | Última actualización: 13 ene 2016 22:39 GMT

Mientras que los precios de petróleo se desploman, las importaciones del crudo en China alcanzan un registro nunca visto.


Varias personas llenan de gasolina los tanques de sus coches en Qingdao, Shandong, China / China Stringer Network / Reuters

Las importaciones de petróleo en China han alcanzado un récord de 7,82 millones de barriles diarios el último mes del año pasado. Las cifras de aduanas indican que el segundo consumidor mundial de petróleo ha aprovechado los bajos precios del crudo para llenar sus reservas estratégicas, informa Reuters.

En diciembre de 2015, el gigante asiático adquirió 33,19 millones de toneladas del crudo, un 21,4 % más que en el mes anterior y una cantidad superior a las estimaciones de Thomson Reuters Oil Research and Forecasts. En todo el año, China importó 335,5 millones de toneladas de petróleo, cantidad que también supuso su mayor registro.

A este ritmo, China podría superar a EE.UU. y convertirse en el mayor importador de petróleo del mundo, subraya la agencia, que indica que esta maniobra se podría deber a dos factores: la creciente demanda de crudo por parte de refinerías independientes y la intención de Pekín de aprovechar los precios bajos para establecer una reserva estratégica.

De acuerdo con esta tendencia, en 2016 las empresas chinas podrían ampliar aún más sus compras, puesto que estarán disponibles nuevos depósitos de crudo.

Joseph Stiglitz: las crisis posteriores a la crisis

Joseph Stiglitz, Project Syndicate

A la sombra de la crisis del euro y del precipicio fiscal en los Estados Unidos, resulta fácil pasar por alto los problemas a largo plazo de la economía mundial, pero, mientras nos centramos en las preocupaciones inmediatas, siguen agravándose y no por no tenerlos en cuenta dejarán de afectarnos.

El problema más grave es el calentamiento planetario. Si bien los débiles resultados de la economía mundial han propiciado una desaceleración correspondiente del aumento de las emisiones de carbono, representa tan sólo un corto respiro. Y estamos muy retrasados: como la reacción ante el cambio climático ha sido tan lenta, lograr el objetivo de limitar a dos grados (centígrados) el aumento de la temperatura mundial requiere reducciones pronunciadas de las emisiones en el futuro.

Algunos indican que, dada la desaceleración económica, debemos relegar la lucha contra el calentamiento planetario. Al contrario, reequipar la economía mundial para luchar contra el cambio climático contribuiría a restablecer la demanda agregada y el crecimiento.

Al mismo tiempo, el ritmo de cambio tecnológico y mundialización requiere rápidos cambios estructurales tanto en los mercados de los países en desarrollo como en los de los desarrollados. Dichos cambios pueden ser traumáticos y con frecuencia los mercados no reaccionan bien al respecto.

Así como la Gran Depresión se debió en parte a las dificultades para pasar de una economía agraria y rural a otra urbana y manufacturera, así también los problemas actuales se deben en parte a la necesidad de pasar de la manufactura a los servicios. Se deben crear nuevas empresas, pero los mercados financieros modernos son mejores para la especulación y la explotación que para aportar fondos para nuevas empresas, en particular las pequeñas y las medianas.

Además, para hacer la transición hacen falta inversiones en capital humano que con frecuencia las personas no pueden costear. Entre los servicios que las personas necesitan figuran la salud y la educación, sectores en los que el Estado desempeña de forma natural un papel importante (dadas las imperfecciones inherentes a los mercados en esos sectores y las preocupaciones por la equidad).

Antes de la crisis de 2008, se hablaba mucho de los desequilibrios mundiales y la necesidad de que países con superávits comerciales, como Alemania y China, aumentaran su consumo. Esa cuestión sigue pendiente; de hecho, uno de los factores de la crisis del euro es el de que Alemania no haya abordado su crónico superávit exterior. El superávit de China, como porcentaje del PIB, ha disminuido, pero aún no se han manifestado sus consecuencias a largo plazo.

El déficit comercial total de los Estados Unidos no desaparecerá sin un aumento del ahorro interno y un cambio más esencial en los acuerdos monetarios mundiales. El primero exacerbaría la desaceleración del país y no es probable que se dé ninguno de esos dos cambios. Cuando China aumente su consumo, no necesariamente comprará más productos de los Estados Unidos. En realidad, es más probable que aumente el consumo de productos que no son objeto de comercio –como la atención de salud y la educación–, lo que originará perturbaciones profundas en la cadena mundial de distribución, en particular en los países que han estado suministrando los insumos a los exportadores de manufacturas de China.

Por último, hay una crisis mundial en materia de desigualdad. El problema no estriba sólo en que los grupos que tienen los mayores ingresos estén llevándose una parte mayor de la tarta económica, sino también en que los del medio no están participando del crecimiento económico, mientras que en muchos países la pobreza está aumentando. En los EE.UU. se ha demostrado que la igualdad de oportunidades era un mito.

Aunque la Gran Recesión ha exacerbado esas tendencias, resultaban evidentes antes de su inicio. De hecho, yo (y otros) hemos sostenido que el aumento de la desigualdad es una de las razones de la desaceleración económica y es en parte una consecuencia de los profundos cambios estructurales que está experimentando la economía mundial.

Un sistema político y económico que no reparte beneficios a la mayoría de los ciudadanos no es sostenible a largo plazo. Con el tiempo, la fe en la democracia y la economía de mercado se erosionarán y se pondrá en tela de juicio la legitimidad de las instituciones y los acuerdos vigentes. La buena noticia es la de que en los tres últimos decenios se ha reducido en gran medida el desfase entre los países avanzados y los países en ascenso. No obstante, centenares de millones de personas siguen sumidas en la pobreza y se han logrado sólo pequeños avances en la reducción del desfase entre los países menos desarrollados y los demás.

A este respeto los acuerdos comerciales injustos –incluida la persistencia de subvenciones agrícolas injustificables, que deprimen los precios de los que dependen los ingresos de muchos de los más pobres– han desempeñado un papel. Los países desarrollados no han hecho realidad la promesa que formularon en Doha en noviembre de 2001 de crear un régimen comercial pro desarrollo o la que formularon en la cumbre del G-8 celebrada en Gleneagles en 2005 de prestar una asistencia mucho mayor a los países más pobres.

Por sí solo, el mercado no resolverá ninguno de esos problemas. El del calentamiento planetario es un problema de “bienes públicos”. Para hacer las transiciones estructurales que el mundo necesita, es necesario que los gobiernos desempeñen un papel más activo... en un momento en que las exigencias de recortes van en aumento en Europa y los EE.UU.

Mientras luchamos con las crisis actuales, debemos preguntarnos si no estaremos reaccionando de formas que exacerban nuestros problemas a largo plazo. La vía señalada por los halcones del déficit y los defensores de la austeridad a un tiempo debilita la economía actual y socava las perspectivas futuras. Lo irónico es que, al ser una demanda agregada insuficiente la causa mayor de la debilidad mundial actual, hay una opción substitutiva: invertir en nuestro futuro, en formas que nos ayuden a abordar simultáneamente los problemas del calentamiento planetario, la desigualdad y la pobreza mundiales y la necesidad de cambio estructural.
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Tomado de Project Syndicate, traducción de Carlos Manzano

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Escasez en agromercados recibe inusual despliegue mediático

El déficit de alimentos provoca un alza en los precios en los mercados de libre oferta y demanda.

Cuba importa cada año alimentos por cerca de 2.000 millones de dólares.
Cuba importa cada año alimentos por cerca de 2.000 millones de dólares.
Foto: Jorge Luis Baños_IPS
La Habana, 13 ene.- El comienzo de 2016 en Cuba parece estar marcado por un acentuado desabastecimiento en los mercados estatales, elevados precios de viandas y vegetales en los comercios regidos por la oferta y demanda, quejas de la población y un inusual despliegue mediático sobre el problema.
Medios televisivos y radiales estatales, sitios digitales alternativos y hasta el oficial periódico Granma, se han hecho eco del asunto.
“Los mercados están vacíos. En Tulipán, antes de los más abastecidos en el municipio Plaza (de la Revolución), solo había plátano, calabaza y chopo”, “¿quién ha visto que un pepino cueste tres pesos?, no hay salario que aguante esto”, “todos los años pasa, ¿no pueden prever cosechas para enero?”, son expresiones comunes en las calles capitalinas por estos días.
Según administrativos de mercados estatales en La Habana, el desabastecimiento comenzó desde diciembre y se hizo crítico a inicios de año, por la falta de mercancía o la insuficiente cantidad en el abastecimiento de productos como el tomate, por demás, hortaliza de estación.
“Una libra de tomate cuesta 20 pesos (casi un dólar) es un abuso”, dijo Moraima Rodríguez, residente en el municipio capitalino Cerro.
Campesinos y dirigentes de cooperativas esperan por mejores condiciones para el campo.
Campesinos y dirigentes de cooperativas esperan por mejores condiciones para el campo.
Foto: Jorge Luis Baños
Los elevados precios del tomate, además de en La Habana, se repiten en las provincias de Matanzas, Camagüey y Granma, según indagó vía telefónica la Redacción IPS Cuba.
“No se trata de que rija la ley de la oferta y la demanda, como hay poca producción, los vendedores ejercen un monopolio de precios”, comentó un contador de una entidad estatal de planificación.
El trabajador lamentó que en la prensa no se aborden todas las causas de un problema sensible para la población.
Esta temporada la cosecha de tomate ha sido atacada por una fuerte plaga, lo que redujo considerablemente los rendimientos, según fuentes del estatal Instituto de Investigaciones Hortícolas Liliana Dimitrova.
Medidas implementadas por el ramo como la entrega de tierras en usufructo, el alza de los precios de venta al Estado y experimentos para la comercialización en La Habana, al parecer no han dado los resultados esperados.
La coordinación de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños realizó el 11 de enero un llamado a los trabajadores estatales y no estatales, cooperativistas y sus familiares, sobre la necesidad de incrementar las producciones agropecuarias para disminuir los precios de venta a la población.
Algunas voces reclaman que el Estado tope los precios, pero la política oficial no favorece esta idea porque limitaría el incentivo de los productores. Por su parte, campesinos y dirigentes de cooperativas esperan por mejores condiciones para el campo.
Un presidente de una cooperativa de San Cristóbal, en la occidental provincia de Artemisa, explicó que no pueden visitar periódicamente a los campesinos porque carecen de un medio de transporte. “Mientras los intermediarios vienen en sus camiones y compran con efectivo lo que no fuimos capaces de llevar a los mercados estatales”, abundó.
Según publicó el semanario Tribuna de La Habana, el presidente de otra cooperativa, en la provincia occidental de Mayabeque, lamentó que algunos productores explotan solo algunas hectáreas de sus fincas porque esas cosechas vendidas a altos precios les traen suficientes dividendos.
Otros agricultores señalan que carecen de insumos como fertilizantes, maquinaria y sistemas de riego y de escasez de fuerza de trabajo, entre otros factores que atentan contra la seguridad alimentaria.
Analistas sugieren eliminar las trabas que frenan las fuerzas productivas, así como otras propias del escenario agrícola como deficiencias organizativas, mala planificación y baja contratación con el Estado.
“Tradicionalmente los mercados estatales –cuya cifra se ha ido reduciendo al pasar a cooperativas de servicios o en arrendamiento a cooperativas agropecuarias-, venden menos volúmenes de mercancía, pero sus precios hacen que haya más permanencia y calidad”, valoró un veterano comerciante.
En un intento para paliar los elevados precios, el Estado exoneró a los propietarios y usufructuarios de tierras del sector no cañero de la liquidación anual del impuesto sobre ingresos personales.
La ministra de Finanzas y Precios, Lina Pedraza, informó que a partir de 2016 se dispensará al personal contratado directamente en la producción agropecuaria del pago del tributo por la utilización de la fuerza de trabajo, en aras de estimular la producción de alimentos y que los precios no sigan subiendo. (2015)