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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 28 de mayo de 2017

Inversión extranjera: ¿a cuánto debemos aspirar?

Por Pedro Monreal , El Estado como tal.

La posibilidad de captar 2000 millones de dólares de inversión extranjera no parece estar asegurada en 2017. Tampoco en 2018. Ni siquiera en 2019. Dos cuestiones deberían ser consideradas al respecto. En primer lugar, ¿qué nos dice la experiencia acumulada por Cuba sobre la posibilidad de alcanzar esa aspiración? En segundo lugar, ¿qué pudiéramos aprender de otros países en cuanto a la dimensión del objetivo propuesto?

He abordado el tema en esta nota porque he recibido un extenso y muy bien sustentado comentario de un lector del blog, alguien que cuenta con una sólida formación académica y con considerable experiencia práctica. Entre varios asuntos, el colega ha llamado la atención acerca de la importancia de tomar en consideración la trayectoria registrada por la inversión extranjera directa (IED) en Cuba, desde que se aprobó el Decreto Ley No.50 de 1982.

Esta ha sido una cuestión abordada reiteradamente por otros economistas como Omar Everleny Pérez. Ver aquí “La inversión extranjera directa en Cuba: necesidad de su relanzamiento”, revista Economía y Desarrollo, vol.152, no.2 La Habana jul.-dic. 2014. También puede consultarse aquí el trabajo más reciente de Omar Everleny Pérez, “La inversión extranjera directa en Cuba. Resultados e importancia”.

La trayectoria de Cuba en materia de IED parece justificar la existencia de dudas razonables sobre la factibilidad de captar un monto de 2000 millones de dólares anuales en plazos inmediatos.

Tres datos concretos quizás serían suficientes:

Cuba nunca ha alcanzado un nivel anual de IED de esa magnitud. Como en muchos otros temas, aquí la información oficial es escasa, pero los datos disponibles permiten inferir que lo máximo que se ha alcanzado desde que se adoptó la Ley No. 118, en marzo de 2014, hasta noviembre de 2016 apenas ha representado un monto anual de aproximadamente 500 millones de IED, o sea, la cuarta parte de la meta a la que se aspira. En momentos anteriores, durante el período de más rápido crecimiento de la IED en Cuba (1988 a 2000), el acumulado de esos trece años fue de 1557 millones de dólares, inferior a la meta que ahora se ha adoptado para un solo año. Es decir, alcanzar el objetivo de 2000 millones significaría un “gran salto” respecto al cual no existen antecedentes. Ver aquí“La inversión extranjera directa en Cuba: Evolución y perspectiva”, de Omar Everleny Pérez.

La IED ha alcanzado montos significativos con entidades individuales solamente en casos muy contados, por lo general involucrando capitales extranjeros en arreglos que les han permitido el acceso a actividades exclusivas o a condiciones estatales muy codiciadas, con frecuencia llamadas las “joyas de la corona”, principalmente en los casos del tabaco, ron, cerveza, níquel, y comunicaciones. El colega que ha enviado sus comentarios plantea que en el período de más rápido crecimiento de la IED (década de los 1990s), unas 25 empresas extranjeras concentraron dos terceras partes de la IED, y tres de ellas (las empresas mixtas de ETECSA, HABANOS S.A. y MOA BAY) concentraron la mitad de la IED total del país.

No parece estar a la vista la capacidad constructiva que se requiere para asimilar montos anuales de IED iguales o superiores a 2000 millones de dólares. El colega que hizo el comentario advierte que en 2016 el sector de la construcción produjo 6700 millones de pesos, cuando la tasa de acumulación total del país fue del 12% del PIB. Si se lograsen captar los 2500 millones de dólares de inversión extranjera que se necesitan para alcanzar un crecimiento anual del PIB en el rango del 5 al 7%, sería necesario duplicar el monto actual del valor de las construcciones, es decir, incrementar la actividad constructiva en otros 6000 millones de pesos, algo improbable por parte de un sector constructivo que ha perdido 25000 operarios calificados entre 2009 y 2014.

Respecto a lo que nos dice la experiencia de otros países en cuanto a la dimensión de la IED, el siguiente gráfico permite ilustrar gráficamente -desde una perspectiva comparada- tanto el punto de partida como la trayectoria que tendría que recorrer Cuba.

El gráfico incluye dos dimensiones de la IED que son cruciales en cuanto al efecto que esta pudiera tener en la economía nacional. En el eje de las “X” se ha representado el valor porcentual del flujo anual de IED en el total de la formación de capital fijo del país. Expresado de otra manera, mide la contribución de la IED a la inversión total que se necesita para asegurar el crecimiento de la economía nacional. Obviamente, se trata de la IED que realmente se invierte y no de la IDE que ha sido “comprometida”.

Por otra parte, el eje de las “Y” representa el valor porcentual de la IED acumulada (“stock” de IED) en el PIB total. Es una medición significativa porque permite apreciar el peso relativo de la IED en la economía nacional durante un período de tiempo prolongado. Es una cifra que informa acerca de la medida en que el funcionamiento de una economía se apoya en vínculos estables de inversión con el capital extranjero.

Se han incluido en el grafico países seleccionados de Centroamérica y el Caribe y los promedios de las dos subregiones. Se ha agregado Vietnam para poder contar con una referencia de otro país socialista.


Fuentes: Todos los datos son de 2015 –excepto para Cuba- y corresponden al documento de UNCTAD “World Investment Report 2016: Annex Tables”. http://unctad.org/en/Pages/DIAE/World%20Investment%20Report/Annex-Tables.aspxVer nota aclaratoria al final del texto.

Una rápida ojeada al gráfico permite entender que Cuba se encuentra –en términos comparativos- en un punto de partida notablemente atípico en su entorno geográfico inmediato. En toda Centroamérica y el Caribe, solamente Haití registra menores porcientos que Cuba en cuanto a flujos anuales de IDE en la inversión total. Por otra parte, únicamente Curazao y Monserrat registran un porciento menor que Cuba en el peso de la IED en el PIB.

La “buena noticia” es que una meta de 2000 millones de dólares anuales de IED es factible, cuando se observa lo que otros países vecinos han logrado. Si a los 8000 millones de inversión total actuales de Cuba se sumasen los 1500 millones que hoy faltan de IED para alcanzar la meta de 2000 millones de IED, eso arrojaría un peso relativo de 21% la IED en la inversión total (2000 millones/9500 millones). Este es aproximadamente el promedio del Caribe.

Si se asume que además de los 1500 millones de IED, también se dispondría de una inversión adicional “interna”, entonces el porciento de IED en la inversión total tendería a ser menor, desplazándose hacia el promedio de Centroamérica, que es inferior al del Caribe. No sería para Cuba algo imposible alcanzar el nivel de 15,4% que hoy tienen países como Guatemala o República Dominicana. Nicaragua recibió un flujo de IED superior a los 5000 millones en 2015.

La “mala noticia” es que, para Cuba, el camino más difícil por recorrer es el de elevar el peso irracionalmente bajo que tiene hoy la IED en el PIB, algo que tomaría muchos años en materializarse. Asumiendo que se cumpliese la meta de captación de flujos anuales de 2000 millones, para que Cuba pudiese igualar el nivel promedio que tiene ese indicador en Centroamérica (38,8%), Cuba necesitaría aproximadamente 17 años consecutivos de flujos de IED de 2000 millones.

Resumiendo:

La meta oficial cubana de captación de un flujo anual de IED de 2000 millones es potencialmente factible cuando se toma en cuenta la experiencia del entorno geográfico, pero resulta dudosa la materialización de esa meta –tipo “gran salto”- en el corto plazo cuando se tiene en consideración la experiencia del país con la IED.

Alcanzar rápidamente la meta por la vía de pocos “negocios” individuales de grandes montos de IED parece tener límites. Algunas “joyas de la corona” ya no se encuentran disponibles; las “joyas” que pudieran existir y que son visibles, no queda claro si serían utilizadas en arreglos para captar IED; y otras “joyas” que pudieran existir tendrían que ser identificadas primero y políticamente consensuadas después.

La alternativa de lograr la meta mediante la agregación de cientos de “negocios” individuales con montos de IED modestos necesitaría un tejido empresarial mucho más diverso y eficiente que el que hoy tiene el país (incluyendo la incorporación de PYMES estatales y privadas que ahora no existen), requeriría condiciones macroeconómicas que hoy están ausentes (una tasa de cambio unificada y económicamente fundamentada), y mecanismos de promoción y de gestión de la IED que actualmente son deficientes, como por ejemplo, la “Cartera de Negocios de Inversión Extranjera 2016 – 2017” que se ofrece a los potenciales inversionistas.

Nota: El valor porcentual del flujo anual de IED en el total de la formación de capital fijo de Cuba ha sido calculado sobre la base del dato de 1300 millones de dólares de IED para el período abril 2014 a noviembre 2016 informado por el ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, en el Foro de Inversiones realizado en el marco de la XXXIV Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2016). Ver aquí. El valor porcentual del “stock” de IDE en el PIB que se refleja en el gráfico debe ser tomado como un dato impreciso. Adopta el valor de 0,5% estimado por Omar Everleny Pérez para el año 2010, sobre la base de una cifra de “compromiso estimado” de inversión acumulada de 4200 millones de dólares en 2010, indicada en un texto de José Luis Rodríguez. El artículo de Omar Everleny Pérez “La inversión extranjera directa en Cuba: necesidad de su relanzamiento” puede ser consultado aquí, y el artículo de Rodríguez, “Cuba: una revaloración indispensable de la inversión extranjera directa (I)” puede ser consultado aquí.

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